En este Blog se estará comentando sobre la poesía de dos grandes poetas en la historia de Puerto Rico los cuales trabajan desde un punto de vista político y social. Aquí conocerán un poco de sus vida y de algunas de sus obras mas significativas.

lunes, 2 de agosto de 2010

Caballo de Palo

Lo conocí
cuidando caballos de palo y vacas de piedra
dándoles de comer la infancia de su ensueño
ansioso de servir a los hombres.

Lo conocí
jugando con su edad entre las flores,
cargando agua para bocas sedientas
en las copas de los árboles.

Lo conocí
conversando entre sueños con el sufrimiento universal
de los obreros o la pluralidad del corazón
abriendo las mordeduras de sus páginas
ante el tribunal de los dolores.

Lo conocí
acusando la tinta del embuste repetido
que propaga en sus curvas de áspid la mentira.

Lo conocí
combatiendo las púas agudísimas con que muerde
el engaño a la pureza fiel que le ofrece
las manos como rosas abiertas,
creyéndolo pastor de ovejas con ajuar de paisajes
o buen apacentador de llamaradas tiernas.

Lo conocí
arrancando la noche temerosa del miedo
donde atesora el suplicio auroras de sudor no compensado
o el degolladero certifica
la presencia de prendas naturales.

Lo conocí
entregándole el atardecer el color de sus alas extendidas
para enamorar la eternidad de su niñez.

Lo conocí
echando a correr su voz sobre las aguas
para cultivar el alfabeto del pueblo
o niño que arrulla
en los brazos todo el llanto del mundo.

Lo conocí
corriendo detrás de su persona
como la luz tras de su cuerpo
o como el amor que salta
de alegría cuando encuentra sus ojos.

Lo conocí
viajando por dentro de los pájaros
que llevan el espacio colgando de sus picos
como pasaporte sideral
para que el acto de crear
are la tentación de sus cuidados.

Lo conocí
abasteciendo el disgusto en toda su fortuna,
con la hemoglobina virginal
que forma en la palabra cada rosa.

Lo conocí
dejando a su sueño dormir
en azoteas para probar
la amarga dulzura de la luna.

Lo conocí
poniendo la noche de almohada
por no desconsolar
a la fatiga
ni al signo triangular de la certeza
donde el afecto abre
sus rosas de cien hojas.

Lo conocí
remando contra sueños de horizontes auríferos
donde la tierra es huésped
de la luz sin traje y sin sombrero,
y la libertad
liquido en su girar de marullos de nubes
con alas persuasivas,
donde ninfas de piedra,
de perfiles perfectos agitan
la mente de los bosques traspasados de pena,
duros como el diamante que se pule las unas
con el carbón paciente
que lleva entre los brazos.

Lo conocí
abrazando
la carne enternecida de llanto del rocío
para no detestar la alegría dolorosa de ser
pesadumbre celeste para la hoja leve
que nutre el desamparo.

Lo conocí
temiendo
perder el arcoiris extraño de la muerte
que doma su caballo
cuando corre la lluvia con sus cascos sonoros,
hacia los vecindarios de camisas dolientes,
donde los huesos gimen
y las canciones lloran
como tambores fúnebres de un entierro de estrellas.

Lo conocí
eligiendo aulladeros de ensueños
como eclipses hambrientos,
para no empobrecer
los colmillos de una tierra sin luna
o aullidos de noche disecada,
donde la calidez de la joven palabra
recobra la sangre que pierde
velando a su cuerpo.

Lo conocí
saliendo a liberar a la joven piedra
de hastío encanecida,
que riela sola como la o expansiva
de universos lentísimos
entre cielos empedrados de lobos.

Lo conocí
sonando como hombre
que sigue el curso de la espiga,
no atreviéndose
el tedio a llorar
sus caminos por ser la música
gentil de su cadáver
nevada muerte de música de llama.

Lo conocí
meciendo las quejas gallardas de su muerte
en los recintos lucidos del dolor liberado,
para desenterrar el silencio que encuentra
en sus rodillas la libertad cantando.

Lo conocí
adorando a la niñez aureolada de hombre
como un girasol tierno
sin haberse ofendido
para andar por su predio de inmensidad futura
como el niño que en su belleza encanta
el ser insospechable de una pregunta ingenua.

Lo conocí
desalentando la ciencia del temor.
Y el temor va empalideciendo
como cal deshonrada
o como jinete que huyendo de la tierra,
intenta domar nubes.

Lo conocí
ayudando a no enterrar su muerte
para dar testimonio del cadáver
que canta en su acompañamiento
como voz sideral
de una tierra de ángeles.

1 comentario:

  1. En el poema “Caballo de Palo”, Soto Vélez utiliza el recurso retórico de la anáfora, haciendo énfasis en cada estrofa de la obra a la frase “lo conocí”. En mi opinión, el poeta puede estar plasmando en esta composición su propia vida. Probablemente sea una autobiografía, describiendo su existencia y su pasar por este mundo pero de una forma poco usual. El autor, nos transporta con sus versos nuevamente a un mundo surrealista, ilógico y por supuesto imaginario. En el cual se refleja a sí mismo como un campesino puertorriqueño cuyas labores se enfocan en la cría y el cuido de caballos y reces. Este trabajador también es un luchador de sus derechos, alza su voz ante las injusticias y las falsedades, como refleja el verso: “lo conocí acusando la tintan del embuste repetido que propaga en sus curvas de áspid la mentira”.
    En el transcurso del poema, se puede apreciar como el tono del mismo va cambiando un poco y nos expone temas que aluden a la vejez y a la inevitable muerte. Esto se puede interpretar ya que menciona en varias ocasiones las palabras muerte y cadáver. A mi entender sobresalen en estos temas el verso: “o como jinete que huyendo de la tierra, intenta domar nubes” y la estrofa: “Lo conocí, ayudando a no enterrar su muerte para dar testimonio del cadáver, que canta en su acompañamiento como voz sideral de una tierra de ángeles”. Cuando el autor menciona “domar nubes”, se puede inferir que se está aludiendo al cielo y cuando menciona luego “voz sideral” y “tierra de ángeles” indiscutiblemente se hace referencia al mismo lugar. Para los cristianos el cielo, es el paraíso o el lugar donde sus almas van a morar y en él existen ángeles y se encuentran con Dios.

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